sábado, 30 de junio de 2012

cuentos para bebes

Mis manos son pequeñas
Dicen mamá y papá que antes de que yo llegara a esta tierra, sólo era un sueño, un sueño bonito y brillante, un sueño dulce y apacible que venía a arrullarlos cada noche para hacerlos despertar contentos. Dicen el abuelo y la abuela que antes de que yo llegara a esta buena tierra, sólo era luz … luz de estrellas brillando en lo más alto del firmamento, luz de estrellas viajando libre por el universo, luz que cumplía deseos y hacía sonreír a todos aquellos que saben que mirar al cielo es el mejor remedio para soñar despierto. Dicen el tío y la tía que antes de que yo llegara a esta enorme tierra, era yo un ángel de alitas plateadas y aureola dorada dando piruetas entre las nubes, haciendo sonreír al niño Dios y ayudándole a poner arcoiris sobre los cielos grises de alguna enorme ciudad. Dicen mi hermano y hermana que antes de que yo llegara a esta bella tierra sólo era un deseo, uno de esos especiales que sólo se pueden pedir en los cumpleaños, dicen que era yo como la flamita de esas velitas, como esas chispitas que no se apagan, que era yo algo que todos pedían, que todos querían, algo con lo que todos soñaban. Ahora estoy aquí, y no recuerdo haber sido un lindo sueño, ni luz de estrellas o angelito travieso, ni tampoco un deseo … estoy aquí y soy demasiado pequeño para este mundo tan vasto e inmenso … pero luego sonrío… ¡y todos, pero todos sonríen conmigo! Y me doy cuenta de que puedo iluminar el mundo entero si me río. Sé que mis manos son pequeñas, que hay muchas cosas que aún no son capaces de hacer, pero pueden tomar tu mano, acariciar tu rostro y revolver tu cabellera … sé que mis manos pequeñas pueden curar la tristeza. ¡Ahora me doy cuenta! ¡si soy luz de estrellas, soy un sueño que se hace realidad, un deso cumplido y un angelito travieso de manos pequeñas que vino a este mundo para esparcir felicidad!











  La leyenda del Sol y la Luna 
Esta leyenda corta infantil narra cómo es que el Sol llega a ser el astro rey que gobierna durante el día y la Luna llega a ser quien gobierna durante la noche propiciando la diversión y el placer. Sol y Luna eran dos hermanas que vivían en el lejano reino de los Astros. Ellas eran unas hermosas princesas destinadas a iluminar la tierra de noche y de día. Luna era la hermana mayor y debía ser la reina, pero le gustaba sentirse libre, conocer gente, tener muchos amigos y tener una vida de mucho placer. En cambio, Sol deseaba en su corazón ser la reina pues era muy ambiciosa y le gustaba tener poder. Se acercaba el día de la coronación y una mañana, al levantarse, las hermanas conversaban y se pusieron de acuerdo para cambiar de lugar aprovechando que eran muy parecidas. Acordaron que por unos días Sol, la hermana menor, ocuparía el lugar de Luna hasta que regresara para la coronación. Luna se divertía tanto conociendo amigos y disfrutando de placeres, que se olvidó de la coronación, siendo coronada como reina su hermana Sol. Cuando Luna por fin regresó al palacio, su madre se dio cuenta que habían coronado a Sol y no a Luna como debía ser. La mamá habló con Luna y le dijo que Sol ya había sido coronada como reina y que tendría que ser así por la eternidad, aunque ello fuera contra el deseo de todo el reino. Sin embargo, solo la madre sabía la verdad y todo el reino pensaba que Luna era la reina recientemente elegida. Sin embargo, Luna no estaba triste sino que por el contrario estaba feliz pues sabía que ahora ella iluminaría la noche y la llenaría de emoción para los bohemios y para todo aquel que busque placer y quiera sentirse libre como ella. Así es que surge el Sol y la luna, que aunque la Luna estaba predestinada a ocupar el lugar del Sol en el día, al final no fue de esa forma ya que a Luna le gustaba más la noche pero aún así son inseparables y cada día que termina, el sol se va a dormir y sale la Luna para iluminar la noche y divertirse.











Unos ratoncitos agradecidos 
 Unos pequeños ratoncitos jugaban alborotados en un verde campo. Con tanto ruido no se dieron cuenta que por allí muy cerca se encontraba un tigre descansando. Fue tanto el enojo del tigre por haberlo despertado, que sin pensarlo dos veces se lanzó sobre los temerosos ratones. Los ratones suplicaron por su vida rogando que no se los coma. El tigre, extrañamente conmovido, los dejó en libertad con una condición. Les dijo: “Si no me los como es porque a partir de ahora ustedes me servirán cuando yo se los pida, ¿están de acuerdo? ¡O me los como!”. “Sí, sí, sí. Está bien señor tigre, le serviremos cuando usted quiera”, respondieron todos temblando. A la mañana siguiente, los ratones jugaban como siempre pero con más cuidado para no molestar al tigre. De pronto escucharon gritos desgarradores que les llamó la atención. Fueron todos a ver qué sucedía y vieron al tigre que colgaba de unas redes, había caído en una trampa. No dudaron en hacer lo imposible para romper la red, hasta que los pequeños ratones por fin salvaron al tigre. Esta noble acción dejó meditando al tigre gruñón y desde entonces fue un gran amigo de los ratones y entre todos ahora se cuidaban para que nadie les haga daño.










 El tigre y el ratón 
Un tigre perseguía con rapidez a un indefenso mono, que desesperado y cansado de tanto correr pidió ayuda a un ratón que era su amigo y pasaba por allí. El ratón asustado rogó al tigre que le perdonara la vida a su amigo, el mono. Pero el orgulloso tigre ignorando al ratón, delante de él devoró al pobre mono que nada pudo hacer para salvarse. Entonces el ratón le dijo al tigre: “Te comiste a mi amigo, sin reparo alguno. No te importó que yo te rogara por su vida”. El tigre respondió: “A mí no me importa lo que tú digas. Aquí solo se hace lo que yo digo. Además deberías agradecer que no te como a ti también. No te comeré, solo porque hace poco almorcé una vaca y tuve a tu amigo como postre, así que estoy satisfecho. Solo porque no tengo hambre, te salvas.” El ratón le dijo: “Al comerte a mi amigo, haz firmado un acta de guerra conmigo. Vas a aprender que no existe enemigo pequeño”. El tigre, con soberbia, le dio la espalda al ratón y se fue cantando. Al día siguiente, el tigre estaba acechando a una gacela, mientras esta tomaba agua. El tigre quiso abalanzarse sobre ella, pero justo en el momento, sintió un dolor insoportable en una de sus patas. “¡Auuu!”, gritó. “¿De donde salió esta trampa de osos?”. De pronto escuchó una vocecita: “¿Te dolió?”. Era el ratón. “Te perdoné la vida una vez, pero ahora disfrutaré mientras te como igual que a tu amigo”, respondió el tigre. El tigre se safó de la trampa y empezó a corretear a su pequeño nuevo enemigo. Pero el ratón era muy veloz y el tigre lo perdió de vista. Al día siguiente el tigre no fue víctima de una trampa de osos pero ahora sufrió el fuerte golpe de un tronco, en su cabeza. Esta vez el “¡Auuu!” del tigre fue más intenso. El tigre intentó perseguir al ratón pero no pudo porque estaba mareado por el golpe. Al día siguiente y todos los demás, el tigre recibía un castigo por parte del pequeño ratón. Un día ya no pudo soportarlo y le pidió disculpas al ratón. “¡Por favor, perdóname!, ¡Por lo que más quieras, ya no me golpees todos los días!”. El ratón respondió: “Ya te olvidaste que no te importó cuando te rogué que no te comas a mi amigo, el mono. ¿Recuerdas lo que hiciste ese día? ¿Recuerdas lo que dijiste? Pues ahora verás que no hay enemigo pequeño. Te voy a perseguir y voy a hacer que todos los días lamentes lo que hiciste ese día. Solo pararé cuando yo quiera.





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